jueves, 17 de agosto de 2006
ESOS DÍAS
Ayer yo era como un país
sin norte
nadie violaba las leyes porque no existían
ni las gentes miraban hacia los puentes para terminar con su dolor
sólo
andaban
a veces sin rumbo
otras veces sin saber qué hacer...
a veces me viene el recuerdo de la bandera que plantaste esa tarde en mi cima
cuando me conquistaste
y los hombres tuvieron nombres
apellidos
un lugar en el mundo
un sitio al que pudieron llamarle
hogar
hogar
como aquello que nunca pudimos tener
y entonces
mis hombres levantaron paredes de cemento y esperanza
le dieron nombre a las cosas
le cambiaron el sentido a la huída
y se volvieron hacía ti
a vivir ahí
contigo
a pesar de mí
contra todo
contra todos
en medio de nosotros
al borde de esa cima y sin caerse como en la mitad de un sueño
ahí volviste a aparecer
querías enseñarles a caminar...
pero ellos ya corrían
yo les había enseñado a correr tras de ti...
hasta que nuestro habitante más viejo quiso ser el rey de nuestro país
y tú te marchaste
odiabas las guerras
llorabas cuando alguien levantaba la voz
y no
está vez no sería la excepción
tenías que irte
huir
escapar ante tanta violencia
refugiarte en una nube o en un copo de nieve
y esperar el invierno
sola
o sin mí
me querías
pero ni por mí pretendías cambiar
hoy
los más jóvenes emigran a tierras lejanas
los demás se quedan a morir en mí como esperando algún milagro o el final de una apuesta que les dice que nunca volverás
las calles están desiertas
las leyes murieron sin pena
las casas
los semáforos
la plaza principal
los cafés
los parques
la orilla del mar
los cines
los bares
las librerías
los lugares a los que nosotros solíamos llamar “nuestro lugar”
son apenas estancias de paso
andenes del pasado y sin futuro
orillas de un mar que nunca vimos de noche
y eso
tú lo sabes
es como no haber amado nunca
nunca.
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