TRANSPARENTE

Para Angie, que pidió un post colorido y a quién sólo pude dar un cuento más o menos nomás.

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Dos fantasmas transparentes me persiguen. Dos fantasmas graciosos. He visto demasiada televisión hoy. He visto el mismo canal por cuatro horas seguidas porque el control remoto se ha perdido. Entonces me pongo de pie y apago la televisión. Entonces los dos fantasmas salen de su escondite y vienen a joder.

A uno lo he llamado Joaquín, como el hijo que nunca tendré. La otra es hembra y aún no tiene nombre. ¿Qué cómo sé que es hembra? sólo hay que ver la manera en que ambos se miran en algún momento de la tarde y luego desaparecen. A veces desaparecen por días. El amor es así. El que alguna vez conocí, mucho antes de ver fantasmas transparentes que hacen el amor a escondidas.

Ahora pienso que quizás es sólo sexo.



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-Ella me preguntó por ti- fue lo primero que le dije a V. esta tarde llegando al Café de siempre.

-deberías dejar de hablar solo- fue lo único que ella dijo, y siguió tomando su café con tostadas bañadas en mermelada de naranja

Luego caminamos junto al mar, como los enamorados que ya no somos. Entonces la cogí de la cintura y terminamos en el hotel de siempre. Yo fumando un cigarrillo y ella escondiéndose entre las sábanas como una primeriza. Odio que haga eso. Odio casi todo lo que tenga que ver con ella. Casi todo.

La dejé en la puerta de su departamento y ella comenzó con lo de siempre: que cuando se muda a mi casa, que cuando volvemos a ser una pareja normal.

Yo saqué un cigarrillo más y ella no dijo nada (sabe interpretar mis símbolos) Entonces se dio media vuelta y supongo que me insultó en silencio. Luego encendí el auto y me fui sin mirarla.

Deberías dejar de hablar solo, eso dijo.

Llego a casa con los pies mojados pues he decidido dejar el auto en casa de mi madre y seguir el camino a pie, con esta lluvia que no es lluvia y que no moja las cabezas pero que si sabe mojar las aceras. He llegado con 10 panes francés que echaré a la basura. He llegado sintiéndome un poco triste.

Pongo un CD. No suena.

Deberías dejar de hablar sólo, ahora lo digo yo en voz alta.



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Ella llegará pronto. Me preguntará por mi día y después jugaremos a callarnos hasta que decida ponerse de pie y vaya a la cocina a cocinarme. Luego me culpará de no tener los ingredientes suficientes para cocinar algo decente. Luego le diré “no jodas”. Luego me odiará un ratito.

Suena el timbre y es ella. Está más linda. Se sienta a mi lado y yo no sé que decirle. Saca una revista de su cartera y comienza a leerla. Le pido que me sirva un whisky y ella deja su revista y me lo sirve. Se sienta a mi lado otra vez. Dice que si quiero me lavará la ropa. Es tan linda.

Me habla de su novio al que no conozco. Me habla de él con ternura pero sabe que no me interesa en absoluto. Me habla de él en la cocina mientras hace malabares con los fideos.

Sirve el almuerzo.

Brindamos con vino tinto y ella es la que dirige el brindis. Siempre fue tan linda, tan poco parecida a mí.

Luego toma su bolso y me abraza y me da el beso más tierno que nunca recibí en la mejilla.

-te quiero- dice

Ella sabe que también la quiero aunque no lo diga.

Sale de casa y yo cierro la puerta casi llorando.



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Ver fantasmas no es del todo malo. Sirven de mucha ayuda durante los insomnios. Anoche no necesité llamarlos a las cuatro de la madrugada. Ellos saben muy bien cuando los necesito.

Vinieron de la mano y se bailaron un tango. Luego se sentaron al borde de la cama y me miraron a los ojos, en silencio.

-¿por qué no dices nada?- Me preguntó Joaquín.

-Me han dicho que debería dejar de hablar solo- digo yo, sin mirarlos.

Ellos ríen.

Eso también me gusta de ellos. Que saben lo que soy y que no comienzan con las repreguntas. Sólo se quedan callados y me siguen haciendo compañía.

A las cinco de la mañana los boto de mi cama. Llamo a V.

No contesta.

Salgo de la cama y voy descalzo hacia la ventana. La abro. Es tan fácil llegar al final.

Afuera garúa, como siempre. El negro del cielo es un poco pálido. Debe ser porque falta poco para amanecer.

Vuelvo al teléfono. Llamo a V. Escucho su voz desganada.

- Creo que deberías venir- le digo.

- ¿A esta hora?- pregunta ella, un poco molesta.

-Sí, si, a esta hora. Rápido.

- ¿Y para qué quieres que vaya a esta hora a tu casa?- en su voz hay mucho fastidio.

- Para quedarte pues. Para quedarte conmigo.

Ella sonríe y me dice que me quiere. Cuelgo el teléfono.

Vuelvo a la ventana y la cierro.

Logro dormir.