TRISTANA

Hubo un alguna vez

un tiempo

donde tu rostro era la imagen de mis ojos cerrados

tu sangre

lo que yo necesitaba desde el fondo

de tus mares

un tiempo

al borde de la muerte y la insanía




Estaba solo

solo como cuando tienes tanta gente alrededor y aún así sabes que no hay nadie que pueda hacerte revivir

las noches

eran los preparativos para el más allá




Caminaba por esos mismos sitios de antaño

iba por lo menos una vez al mes a nuestra banca y nuestro mar escuchando esas canciones que me hacían sufrir tanto

releía tus cartas en madrugada

y cerraba los ojos

y te extrañaba

no sabía si aún te quería pero ya no importaba tanto

solo

lo único que me hacía feliz era saber que existías

en algún lugar.




Trataba de encontrar nuestras historia

en las películas en blanco y negro

en los libros

en las canciones en inglés

y

de pronto llegaba el invierno lleno de verdades

porque ya no tenia recuerdos

ni bufanda

y el rastro de tus pasos sobre la garúa

ya no se dibujaban en el suelo




Y te confieso

que seguía caminando por esos mismos lugares ya sin nombre

tratando de recordar fechas

horas exactas

estados de ánimo

y palabras que dijimos a solas




Pero la memoria no me daba para tanto

me estaba ocurriendo lo que en el diccionario se conoce como olvido




Olvido




O resignación




O desamor





Hasta que una tarde

vi tus fotos, tu nueva sonrisa

y tu nueva vida

y también fui feliz

aunque esa madrugada leí tus cartas por última vez en la vida

y te juro

que esa noche cerré los ojos y ya no estabas ahí

estabas en otros ojos

quizás en los mismos de ese hombre que ahora comparte tu vida



quizás esas montañas lejanas si tenían sentido

el sentido de correr y de caer sobre la nieve

de tener otras bancas nocturnas

de saber

que el amor es así

de imprevisible

que quizás nunca estuve solo

sino que eras tú

la que aún me tenia

me retenía

como quién es capaz de evocar y sentir y de no sentir al mismo tiempo

lentamente




Y aquí estoy

con pasos más firmes

con otra garúa que compartir con la muchacha de las manos pequeñitas

y ¿sabes?

puedo decir que soy feliz

no se si seguiré solo

porque creo que la soledad va más allá de la compañía

sólo sé

que ahora eres como el recuerdo que siempre debiste ser

que esas tardes de Agosto no las viví en vano

y lo que nos dijimos alguna vez

no fueron palabras

sino más

mucho más

como promesas que el aire apresó y que se encargó de llevar por el mundo

hasta

que alguna vez

exista otro tiempo

algún tiempo

donde ya verás

seremos felices en nuestros propios hemisferios del mundo

y compartiremos una mesa con un café un día de Agosto

y garuará

porque la vida es así

y saldremos a la calle y tu te irás al norte

y yo volveré a casa

no sin antes cerrar los ojos

y comprobar que ya no eres tú la de la oscuridad

porque no necesitaré pegar las pupilas

ni abrir los brazos

ni leer cartas de madrugada...