MARCELA

Pero si sale el sol, sale el sol por ti
dile que te traiga junto a mí.
Pero si sale el sol, sale el sol por ti
que aún queda mucho por vivir…

Baby
(Pelo Madueño)
Ciudad Naufragio – 2004

Sabía que éste día llegaría. Lo sabíamos los dos. Lo sabía todo el mundo. Lo sabíamos desde hace tanto y no estábamos preparados…

Hace unos días te visité por última vez. Tenía puesta esa camisa a rayas que tanto te gustaba y en mis bolsillos llevé a escondidas dos Snickers de esos que tanto solías disfrutar. Cuando me viste entrar por esa puerta me silbaste y yo me la creí. Entonces fui a tus brazos y sentí tu cuerpo más delgado, la sonrisa era diferente, tu color era más pálido. Eras tú que se estaba consumiendo.

Te di los Snickers y los comimos a escondidas de las enfermeras que te tenían prohibido casi todo. Esto es tan estúpido, me dijiste, si igual me voy a morir. No pues Marcela, es que todos queremos tenerte el máximo tiempo posible y yo quiero verte sonreír para siempre.

Entonces tu sonrisa si fue verdadera. Fue como las sonrisas de antes. Fue como cuando íbamos al teatro y nos salíamos a la mitad para caminar escuchando música y tal vez terminar cerca del mar hablando de la vida. Fue como cuando decidíamos que nos queríamos y terminábamos en un hotel viendo películas en blanco y negro hasta que nos dormíamos.

Fue como cuando escuchábamos esa canción de Pelo Madueño y te decía que yo la había escrito para ti.

Esa tarde que te visité además de los Snickers te conté un cuento que a ti te encantó. Debo admitir algo, ese cuento lo improvisé mientras te lo contaba y por eso salió tan malo. Pero bueno, al menos te reíste de mí. Está bien, te lo perdono. A veces yo también me río de mí. Hoy no, pero casi siempre sí.

Me quedé varias horas a tu lado. Te conté que creo estar enamorado, te conté parte de mi futuro (si todo sale bien) y te conté que cada vez tengo más ganas de vivir. Entonces tú te sentaste en la cama, me tomaste de la mano y me dijiste eso que siempre voy a recordar “me alegro mucho Jorgito, nada me hace más feliz que eso”

Y entonces te vi a los ojos y te un largo beso en la frente y te abracé.

Me fui cuando comenzaba a oscurecer y me dio pena dejarte dormir. Se te veía tan sola, y yo estaba ahí y no podía hacer nada.

Te prometí más Snickers a escondidas, te prometí que para la próxima vez sí tendría un cuento listo para contártelo, te prometí volver con la misma camisa y las mismas ganas de hacerte sonreír.

Y me fui.

Caminé mucho y reconocí lugares que caminamos juntos cuando aún no te habían detectado el cáncer. Esos tiempos cuando nada parecía que nos separaría. Caminé por esa heladería en dónde me contabas parte de tu vida mientras disfrutabas la vainilla. Caminé también por lugares que nunca pisamos y nunca pisaríamos.

Y me sentí solo.

Volví a casa y lloré sin un motivo aparente, como si acaso estuviera prediciendo el futuro.

Ayer por la tarde te fuiste de este mundo. Te fuiste y me dejaste el recuerdo de quién siempre, a pesar de todo, tuvo la capacidad de sonreír. Me dejaste parte de mis mejores recuerdos y los mejores consejos que he podido escuchar han salido de tus labios. Me dejaste una enseñanza infinita que pienso poner en práctica en breve. Me dejaste los recuerdos más tiernos. Me dejaste la sensación de mirar siempre hacia delante.

Me dejaste.




¿Por qué?



¿Acaso en el cielo hacen más ricos los Snickers?




¿Por qué?




si ya me había aprendido un cuento nuevo…





¿Por qué, baby?











.