CASI UN SUICIDIO

(CUENTO)

- ¿eres mujer?

Mientras hacía esta pregunta de dos palabras sintió el odio de su mirada, se sintió estúpido haciéndola y más aún esperando la respuesta. Temió que ella, o quizás él, descubriera que ese había sido el pretexto imperfecto para acercársele, decir cualquier cosa mientras, de paso, disimuladamente, le veía las tetas y la imaginaba desnuda.

La respuesta era obvia, no era mujer.

Entonces él se acercó más y le tomó la mano, en verdad parecía una mujer. Vestía una falda corta y un polo verde agua sin mangas. Llevaba una cartera negra sobre el hombro. Él intuyó que dentro de la cartera sólo habían preservativos.

- soy lo que tu necesites, papi- dijo la casi mujer con una voz que lo delató.

Le dijo cuánto cobraba y por cuánto tiempo estarían juntos y caminaron hacia un hotel de paso, separados en el andar la distancia de cuatro pasos. La casi mujer iba adelante moviendo la cartera como una puta.

Entraron. Él sacó el dinero y le explicó que no quería tener sexo, que sólo quería conversar. Se sentó en un borde de la cama y sacó una cajetilla de cigarros. Encendió uno.

Entonces hablaron. Entonces él le contó a la casi mujer que pensaba matarse.

Le contó que lo había intentado hacía unos minutos en un puente y que su cobardía se lo había negado.

Lloró. Lloró como las personas que saben que lo han perdido casi todo. Casi todo, porque a él le quedaban aún unas casi inexistentes ganas de seguir viviendo. Por eso no había podido matarse.

La casi mujer, que había estado de pie todo ese tiempo, se sentó a su lado y con un pedazo de papel higiénico le secó las lágrimas. Pero no le dijo nada. La casi mujer pensaba que la última persona en el mundo que podría decirle algo era ella misma. Entonces no supo qué hacer o qué decir y también lloró.

Él se tiró en la cama y la casi mujer se desvistió. Él se sintió ridículo cuando lo vio y no pudo entender cómo antes había podido confundirlo con una mujer.

La casi mujer parece que le había leído la mente.

Tuvieron sexo sin amor. Terminaron a los cinco minutos.

La casi mujer se sentó desnuda en un borde de la cama y lloró. Él no se sentó a su lado ni le secó las lágrimas con un papel higiénico, sólo se vistió y se fue.