(este cuento lo escribí hace un par de años)
Karen Mitchell está desnuda en la ducha, el agua recorre en caída libre su grácil espalda mientras ella no opone resistencia y sigue de pie, sin moverse, sin cerrar los ojos siquiera, con la mirada fija en el pasado, hace meses, quizás años, que ningún hombre le hace el amor.
Karen Mitchell desnuda es como una mañana sin el calor del amanecer, calmada pero inquietante, discreta y misteriosa, bella como una noche de estío.
Sigue de pie, desnuda, el agua se apodera de todo su cuerpo, ya no sólo su espalda, ahora también sus pechos, sus poderosos muslos, sus piernas de bailarina, hasta llegar a sus pies y al suelo, donde el agua vuelve a su triste monotonía y comienza a morir.
Piensa que ningún hombre la ha tocado desde que Patricio partió a Estocolmo. Aquella noche ambos lloraron en la cama después de hacer el amor, ambos sabían que esa era la última vez que serían uno solo, y no fue fácil ponerse de píe, vestir el viejo terno color ceniza y llegar al aeropuerto sin mirar atrás.
Y Karen sabe hoy, así como supo hace meses, o quizás años, que el gran error de ellos como el de todos los enamorados fue creer que lo suyo duraría para siempre, como una historia sin fin, como una vela que nunca se apaga. Hoy sabe que la magia del amor se debe en parte a su efímero tiempo de vida, a lo poco que nos muestra durante su fugaz aparición, a su casi total inexistencia.
Patricio partió aquella noche de tristes presagios, rumbo a la nebulosa creciente de su desaparición de por vida, atrapado en un recuerdo de la mujer que más lo amó en el mundo, nos vemos Patricio fue lo que dijo Karen aquella noche en el aeropuerto de Lima, adiós Karen dijo Patricio porque quiso ser sincero en ese segundo final.
Y todo lo que ella recuerda aún en su alma persiste, como si nunca se hubieran levantado de la cama, como si nunca hubiera llegado el momento del placer, como si nunca el reloj hubiera marcado las nueve de la noche del 14 de Abril de 1996, como si nunca Patricio hubiera dicho me tengo que ir.
En el taxi vinieron los prolegómenos de las promesas de amor por parte de Karen quien entre mucosidades y arcadas le declamaba un plan de fidelidad digna de una Penélope griega, porque además lo suyo era un amor que sobrepasaba toda barrera de distancia y espera, lo de Karen era espera y espera cada día de la vida del futuro, cada paso que daría sola desde esa noche cuando volviera del aeropuerto, cada paso que dio hasta hoy, antes de entrar en la ducha y comenzar a llorar sola, por primera vez.
Karen desnuda, la ducha abierta y ella no parece notarlo, los ojos empapados como aquella noche de funestos presagios, la mirada en cualquier lugar lejano, su cuerpo para Patricio más que nunca.
Pero Patricio ya no vendrá con el terno ceniza y la manera en que miraba a su amor, Patricio ya no entrará por esa puerta y despertará la espalda de Karen con un beso ni cruzará la barrera de la realidad con ese ramo de rosas blancas que tanto la hacían suspirar. Patricio ya no la verá sorprenderse por llegar antes de tiempo ni ambos dejarán de lado todo para llegar a los brazos del otro y no despegarse jamás.
Y todo porque Estocolmo estuvo más frío y distante de lo que en un comienzo ellos creyeron, y el amor fue una de las cosas que se congeló en esos meses o quizás años que no se vieron y que no les permitieron protagonizaron escenas de amor.
Ahora Karen recuerda más que nunca cuando el avión partió y se prometió a sí misma nunca llorar, porque llorar sería sinónimo de creer que todo estaba perdido y ella no lo creía de esa manera. Ella tenía consigo la esperanza de un futuro reencuentro en su banca de parque de toda la vida, junto a los olivos de ese parque tan inmenso y tan suyo, a un lado de la imponente pileta que le hacía llegar salpicones de agua a la que ellos respondían con otro beso y entonces podía comenzar a llover. Y no lloró nunca, hasta hoy, después de meses o quizás años luego de aquella noche del recuerdo y la esperanza de no haberlo perdido todo.
Patricio partió aquella noche a las once y ella volvió a casa y se tiró a dormir junto a la foto del hombre que la dejó, Patricio durmió con la foto de Karen en el avión y lloró por única vez. A las tres de la mañana a ambos se les cayó la foto mientras soñaban.
Y al día siguiente cada uno comenzó con su nueva vida y se encontraron con algo muy parecido a la soledad y a la muerte. Karen se mostraba ausente en las conversaciones con las amigas en el café de siempre y Patricio nunca aprendió el sueco y por eso lo mandaron a un campamento español en Marruecos a servirle a un general austríaco con problemas de bebida y con muy mal humor.
Karen Mitchell desnuda, el agua golpea sus senos pero ella no parece notarlo, ahora se termina el agua caliente y una ráfaga de aire y agua fría sorprende a su cuerpo, quebrándolo, invadiéndola como una epidemia pero ella por nada en el mundo deja de llorar. Cierra la llave de la ducha con la mano derecha, mientras va saliendo se resbala y cae al suelo como una marioneta. Se queda en el suelo, la cabeza apoyada en el piso, las manos dispersas, sigue llorando, hace ruidos extraños como cuando lloran los niños, el viento de la noche gira en el cielo pero nunca llega sus dedos.
Sabe que todo se echó a perder cuando él puso un pie en el avión y lo que más le duele fue que ella pudo evitarlo si tan sólo le hubiera dicho no te vayas, quédate conmigo. Pero ella nunca quiso ser una carga para él sin saber hasta hoy, después de meses o quizás años, que lo que él más quería en la vida era que ella pronunciara aquellas palabras para poder sacarse el terno color ceniza y seguir con su vida juntos, porque separados vivían cualquier cosa menos una vida.
Rantofiok siempre escuchó todas esas historias que Patricio le contó en el campamento sobre aquella muchacha de ojos negros y cabello olor de fresa risueña, y siempre con un trago en la mano, de madrugada, mientras todos dormían y Patricio no podía dormir y él no podía dejar de beber, sobre una piedra, con la luna por encima de sus cuerpos, con Karen en algún lugar del mundo.
Hasta que alguien llamó hace unos días y Karen aceptó por primera vez la propuesta de uno de sus mil pretendientes y él la llevó a ver una obra de teatro y a tomar el té cerca del mar. Y ella no pensó en Patricio en esas cuatro horas y supo que algo estaba terminando, porque hacía meses, o quizás años, que no se sentía tan sola y tan alegre a la vez, porque esa tarde le trajo un recuerdo pero ella no se sintió triste..
Juan Diego acompañó a Karen hasta la puerta de su casa en la Avenida de la Primavera e intentó besarla pero ella lo evitó y él la supo respetar, luego se fue y ella entró a la ducha y se quedó mirando a la nada, mientras el agua caía lentamente como si temiera la llegada del final.
(Karen Mitchell tirada en el piso es como una manzana rojísima que nadie recogerá y se morirá sin que nadie la haya visto crecer, y Patricio en Marruecos sin Karen es como un campesino que olvidó cosechar sus manzanas...)
Karen Mitchell se pone de pie, se seca las lágrimas lentamente, se seca el cuerpo con una toalla inmensa y se viste rápidamente. Sale al balcón y ve la noche limeña y recuerda aquella vez que luego de hacer el amor, cuando Patricio la creía dormida, él le dio gracias a Dios por todo lo que tenía en ese momento y le prometió que nunca iban a separarse. Ese momento nadie se lo borrará de su mente porque el amor puede caducar pero aquellas imágenes dispersas siempre tienen un lugar en eso que los hombres llaman recuerdos. Por eso Karen sabe que jamás olvidará aquella madrugada cuando Patricio, sin ser un hombre religioso, rezó y dio gracias a Dios cuando la creía dormida sobre su pecho. Karen siempre amará a Patricio pero no quiere pasarse la vida esperando que algo pase, cuando sabe que lo único que pasará es la vida misma.
Por eso se aleja del balcón y toma el teléfono, está completamente segura de lo que va a hacer y sabe que no se equivocará, marca el teléfono de Juan Diego y le pide que vaya a verla en este mismo instante, luego cuelga.
El timbré sonó a las once de la noche, la misma hora en la que Patricio puso un pie en el avión hace meses, o quizás años. Karen se seca las lágrimas y abre nerviosa la puerta, y el futuro está ante sus ojos negros...
17 comentarios:
Me gustó! me jaló de comienzo a fin... me tocó... :/
Saluditos :)
Oye que triste historia... que triste!
Un relato con mucha nostalgia uffsss que amores
feliz fine
Que linda historia Jorge, triste pero linda... me quedé pensando en cuantos Patricios y Karen existen... sólo por no pronunciar aquellas palabras... que pueden cambiar significativamente TODA una vida, verdad?
Espero que ayer haya sido una noche linda para ti, pq te lo mereces, me hubiera encantado acompañarte en ese momento, lástima que se cruzó con lo otro.
Te mereces ese premio y muchos más.. avísame cuando salga a la venta si? (pa conseguir el pirata jaaaaaa) mentira :)
Un Beso
Saluditos :)
Buena historia, triste y melancólica pero con palabras sumamente significativas. Felicitaciones :) sigue escribiendo así de bien... Muchos saludos
Tamy
sorry me quedé cuando entra el tal patricio... ya sabes que me demoro dos dias en terminar de leerlos :P... regreso mañana... ai promissssssss... besin!
osheee felicitaciones por la premiacion
ahora yo pido celebracion
celebracion
celebracion
.
es raro que diga algo así pero:
ESTOY FELIZZZZZZZZZZZZ
me siento tan bien, tan tan bien que quiero gritarlo
YEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE
.
hola, no te conosco pero me alegra que hayas ganado el concurso (y a la vez tambien me da pica) hay fotos de la premiacion? si las tienes pon algunas ps.
saludos
jorge
No sé si este cuento lo mandaste a algún concurso, pero también hubiera ganado.
Y a onde se consigue leer el cuento ganador?
.
habladora:
si te tocó entonces el cuento cumplió un poquito su función
(espero que lo hayas tomado como algo constructivo)
:)
maria elena:
si, también es triste la historia,
(ahora que lo pienso todos mis cuentos tienen de tema un hecho triste)
eeeeeeeeeeeeen fin
alida:
nostalgia, EXACTO!!!
le atinaste
eso es lo que más tiene
yolita:
ay que linda!!!
gracias por las buenas vibras
(espero tú no seas una Karen)
:)
tamyka:
bienvenida
seguiré escribiendo, pero no sé si bien, eso no depende de mí
perla:
perlita perlita, Ud. señorita puede tomarse todo el tiempo del mundo para leer mis post, no te preocupes
dos, tres, cuatro, cien días, los que quieras :P
claudine:
ya ps, habla, una celebración a puertas cerradas
jeje
q dices?
anónimo(a):
gracias, yo tampoco te conozco pero gracias
y si hay fotos de la premiación, prometo ponerlas pronto
saludos
Allan:
a ver, el cuento será publicado junto con los otros lugares dentor de un mes maso
y yo no tengo autorización para ponerlo en mi blog mientras no salga publicado
así que apenas salga lo posteo
o sino compra el libro ps
:)
.
Yo tengo el cuento ganador!!!! desde antes de k se sepa k gano!!! lero lero!!! XD
hermoso
una prosa plagada de mucha poesía escondida, me hizo recordar algun momento de mi vida que siempre es bueno recordar
si sigues escribiendo así llegarás lejos
-Alexa-
me prendi de la historia, desde el comienzo me Varguitas ;o)
creo que este tambien hubiera tenido su premio amigooooooo
yo te doy un premio por eso, y siempre te digo, que tienes mucho talento!!
un abacho
Ana Lucia
.
habladora:
tu tienes el cuento ganador desde cuando nadie lo queria leer
jeje
alexa:
gracias
a que momento te refieres exaxtamente???
cuenta ps
:)
ana lucìa:
ya ps
premio
premio
premio
saludos a Gunther
.
Felicitaciones chinito,te "odio" siempre que escribes algo de alguna fortma me toca y nada q esta vez esta parte:
"lo que más le duele fue que ella pudo evitarlo si tan sólo le hubiera dicho no te vayas, quédate conmigo".
muy buen cuento sigue asi, y no sera 1,2,3 premios seran muchos te lo mereces
beshitos
qee triste..
pero me gusto , me hiso hasta llorar
felicitaciones!
Publicar un comentario